EL CAMINO DE LA CRUZ EN EL EVANGELIO DE MARCOS

 JOSÉ LUIS AVENDAÑO, Chile
Registro de Propiedad Intelectual, Inscripción: 130.911, Prohibida su reproducción;
correo electrónico: jlam_85@hotmail.com .

02

2.         La sección del camino

Con 8, 27 se inaugura una nueva sección del evangelio, el camino, la cual se inicia con la mención topográfica de Cesarea de Filipo y habrá de concluir finalmente en 10, 52 con el arribo de Jesús y sus discípulos a las inmediaciones de Jerusalén. Ciertamente no se trata aquí un viaje continuo e ininterrumpido, ni si quiera de una delimitación estrictamente geográfica, aun cuando el concreto inmediato esté orientado por el no menos concreto y real trayecto hacia Jerusalén. No obstante, la permanente inclusión de la expresión ¦< Ò*`H *), precisamente al abrir cada subdivisión de esta sección, principalmente, al inicio (8, 27) y al final de ésta (10, 52), nos lleva a suponer que el evangelista ha empleado en este tal recurso redaccional, criterios teológicos claramente definidos. De tal modo, el tema del camino en el evangelio de Marcos recorrido fuera de Galilea como ruta del seguimiento de Jesús y sus discípulos, aparecerá como claro elemento asociativo de ideas en la perspectiva teológica del evangelista, que ya no como mero instrumento aglutinador de palabras claves, conformando así una gran unidad temática[9].

*) Los caracteres griegos son: WP Greek Century. Los de hebreo son: WP Hebrew David - de esta página web: http://members.fortunecity.es/todofuentes1/index/descarga/simbolos/lenguas.htm .

Por lo demás, salta a la vista a os ojos del lector, que el evangelista anuncia aquí una nueva pauta de énfasis y de contenidos, atrás ha quedado ya la Galilea natal de Jesús y con ésta, todo el despliegue taumatúrgico y kerygmático del Maestro y sus discípulos. Se inicia ahora una sección que brilla con luces propias[10]. Es el camino que ofrece Jesús a los que desean continuar en su compañía, es el camino del seguimiento, el camino que marcará la división final entre la multitud y os discípulos, porque aquí, en los avatares de este camino, Jesús les dará a conocer a quienes ha decidido acompañarle que la final meta de este periplo, incluye inevitablemente el paso previo por el derrotero del sufrimiento, la cruz. Para Marcos, el camino constituye, por tanto, más que una concreta señalización geográfica, aquella dinámica que da cuenta de la auténtica dimensión del seguimiento, metáfora que, en palabras de J. M. Castillo expresa: “la relación fundamental del creyente con Jesús”[11]. El recorrido por el camino se transforma así en la verdadera escuela de los discípulos. Aquí aparecerá expuesta la vida de éstos en su más vívida expresión: el abandono de todo natural en el que se vuelca la seguridad humana para proseguir en pos de aquel que les ha llamado a seguirle por la sola autoridad de su palabra, los costos de este seguimiento, la autonegación continua que implica seguir a Jesús bajo la realidad concreta de la cruz, la fe expuesta a diversas pruebas durante esta travesía, la incomprensión de las palabras de Jesús y del correcto sentido del seguimiento por parte de los discípulos, las flaquezas de éstos, su tentación siempre latente de volver atrás al refugio de su mundo conocido, la oportuna salvación de Jesús confirmándoles en la fe, la hostilidad de las fuerzas religiosas que se les oponen continuamente, la instrucción constante de Jesús, en otras palabras: el camino y el seguimiento como dos criterios claramente identificables y no menos inseparables.

 

[9]El mejor trabajo en español respecto al cuadro teológico-geográfico del evangelio de Marcos, sigue siendo, a mi juicio, el de F. de la Calle, Situación al servicio del kerygma. Cuadro geográfico del evangelio de Marcos, UPS, Salamanca, 1975. Según de la Calle ha podido observar, mientras el término Ò*`H en los cs. 1-8, 27 aparece sólo siete veces (1, 2-3; 2, 23; 4, 14-15; 6, 8; 8, 3), y en los cs. 11-16, 8 solamente dos (11, 8; 12, 14), en la presente sección, la del “camino”, que comprende dos capítulos y medio solamente, aparece siete veces y siempre al inicio de cada nuevo énfasis redaccional. Así: 1) 8, 27: El camino de la confesión. 2) 9, 33-34: El camino de la discusión sobre la primacía. 3) 10, 17. El camino del encuentro con Jesús. 4) 10, 32: El camino hacia Jerusalén. 5) 10, 46-52: El camino de Bartimeo.

 

[10]H. Riesenfeld, Op. cit., 69, llega incluso a pensar que tal concentración doctrinal en torno a los discípulos, no ha existido en la tradición más antigua, de modo que debe serle endosada a la organización y a los intereses particulares del evangelista.

 

[11]J. M. Castillo, El seguimiento de Jesús, Sígueme Salamanca, 1986, 18.